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Analisis personal del anime Golden Boy

15/06/2018

Últimamente no sé muy bien de qué escribir, pero me he decidido compartir con vosotros un anime que me marco bastante a principios de este sigo XXI. En esos años no disponía de internet, pero recuerdo una pequeña mención a este trabajo a través del programa Desesperado Club Social de Antena 3. Normalmente al final del programa realizaban algunas recomendaciones a nivel cultural y una de ellas fue precisamente fue Golden Boy, un pequeño anime de tan solo 6 capítulos sobre un joven japonés que recorría el país de trabajo en trabajo. En la actualidad cuento con una versión física de la serie, pero en esos tiempos era material bastante difícil de encontrar por lo que no tuve más remedio que tirar de la piratería junto a mi modem de 256k para descargármela.

Pero vayamos al principio de esta historia, concretamente al año 1992. Tatsuya Egawa por aquel entonces ideo en su cabeza el personaje de nombre Kintaro y empezó a publicar sus desventuras en la revista Super Jump gracias al interés de la editora Shueisha. Eran pequeños relatos sobre un veinteañero y su peculiar relación con las mujeres. Se ve que a la revista le gusto el 1º tomo y no tardó mucho en encargarle hasta 10 volúmenes al bueno de Tatsuya originando una estrecha colaboración que duraría medio lustro. Pero la cosa no quedo ahí, lo mejor llegaría cuando la propia editora Shueisha tuvo la brillante idea de hacer un escueto anime con el primer volumen junto a la inestimable ayuda del estudio de animación A.P.P.P..

Lección 1: Lecciones de informática

Primer capítulo o lo que viene a ser el capítulo piloto para evitarnos malos entendidos. Nuestro protagonista va montado en su impecable bicicleta con los auriculares a toda pastilla cuando tiene un accidente con un cochazo del que desciende una imponente mujer de nombre Madame President por la que perderá completamente la cabeza. En este caso, los caminos del Señor son inescrutables y vuelven a coincidir, pero en el ámbito laboral: ella lidera un departamento tecnológico de programadoras mientras él se encarga de tareas más mundanas como pasar el trapo y limpiar los pasillos. En el aspecto meramente artístico se puede percatar que tira entre el realismo de trazo grueso pasando a lo aniñado para recrear algunas expresiones faciales muy sui generis (muy chicho terremoto). Mi momento: Kintaro aprendiendo a programar en plan vagabundo con un teclado dibujado en un papel arrugado.

Lección 1: Lecciones de informática

Posiblemente este capítulo me gano por completo por su delicada forma de ponerme en antecedentes. En pocos planos ya te ponía en situación de cómo era Kintaro, un pasota de la vida que igual se recreaba con las tazas de wáter donde recaían las posaderas de las féminas como se envalentonaba cual gallo para de vez en cuando sacar a relucir su buen corazón, un viva la vida de campeonato. Su vida no hace más que dar vaivenes como una veleta y acaba como técnico de limpieza en una empresa imperada por mujeres, algo anecdótico teniendo en cuenta lo que se destila en el mundo real. Precisamente en ese aspecto era donde recalaba todo el peso de la trama: la minusvaloración de la mujer en el ámbito laboral, el sexismo que impera en él y lo importante que es no llevarse por las primeras apariencias.

Lección 2: El ángel de seducción

Segundo capítulo, el más picante de la serie. Si os fijáis nunca se profundiza mucho en la vida de Kintaro, solo sabemos que tiene 25 años y que dejo la universidad para ir deambulando de trabajo en trabajo como bien hace en incidir durante toda la serie. Así que con esa premisa nos topamos con que el jovenzuelo acabo ayudando a un candidato político fuertemente vinculado a los yakuza y de paso, conocer a su hija Naoko Katsuda impartiéndola clases particulares. En esta ocasión, la carne es débil y el pobre de Kintaro caerá rendido con los encantos de dicha joven hasta el punto de jugarse el tipo ante la reprobación de su estricto padre. Mi momento: la transformación en pene de la mano de kintaro tras ser agarrada por la joven, una imagen alegórica de lo que viene a ser el folla-amigo de toda la vida.

Lección 2: El ángel de seducción

Como ya habréis podido ver, la estructura argumental es impertérrita en toda la serie: Kintaro encuentra un trabajo, conoce chica y va anotando en su pequeño diario todas aquellas experiencias que le aporten algo como persona. En esta ocasión, los flirteos en los que se ve envuelto acabaran por enseñarle lo importante que es saber cuándo una persona te está utilizando única y exclusivamente para su propio beneficio. Es más que evidente que este capítulo es el que más respeta la obra de Tatsuya en su vertiente erotica pero con pequeños matices en cuanto a la forma de narrar los hechos y las fantasías sexuales que Kintaro elucubra en su pequeña cabecita.

Lección 3: Cuando aparece el primer amor

Ok, pasamos a un capítulo más comedido. Aquí nuestro intrépido joven acaba de cocinitas en un negocio familiar, se ve que el muchacho es bastante versátil y no tarda mucho en congeniar con los dueños y su preciosa hija Noriko. El problema llega cuando aparece Hiroshi Kogure, un joven adinerado de oscuras intenciones que embaucara a la joven con tal de hacerse con el restaurante de sus padres. Una vez más, se repite la historia anterior, pero teniendo a un hombre como persona toxica y al bueno de Kintaro como mero espectador de la relación que mantienen Hiroshi y Noriko. Un trio amoroso que no tardará mucho en tener sus desavenencias. Mi momento: la escena de despedida con crisantemos de por medio.

Lección 3: Cuando aparece el primer amor

En el transcurso del capítulo, comenzamos a vislumbrar la figura del padre protector en el personaje de Kintaro pasando a un papel secundario en la historia. Por lo visto, Hiroshi Kogure quiere casarse con Naruko con tal de hacerse con el restaurante de esta, lógicamente Kintaro materializa las sospechas que tenía acerca de este chico y no tarda en jugarse el pellejo poniendo su amistad con Y en serio peligro para interceder en esta relación toxica que mantienen. No tardan en surgir las primeras desavenencias llevándole a un cumulo de circunstancias de las que saldrá mal parado. El capítulo más adulto de la serie si se me permite decirlo, 25 minutos de culebrón bien llevados y sin apenas fisuras de ningún tipo.

Lección 4: Nadando en aguas salvajes

Sin comerlo ni beberlo hemos acabado llegando al ecuador de la serie y nuestro buen amigo Kintaro continúa aprendiendo como bien insiste con su “aprendo, aprendo…” que repite como una moviola el pobre. Esta vez no está trabajando pero un encuentro casual con una nadadora olímpica le lleva a apuntarse como instructor de natación con tal de conocerla. Una tarde cualquiera y fruto de su desmesurado ego acaba por retarla a un duelo nadando cuya contrincante acepta de buen grado. Técnicamente el capítulo más sobresaliente por parte de Ayuko dejando entrever que A.P.P.P. tenía unos planes mejores para el personaje que explicare más adelante. Mi momento: la primera prueba a la que se ve sometido de la que acaba exhausto y descomponiéndose por momentos.

Lección 4: Nadando en aguas salvajes

Lo que se suponía que iba a ser un reto de natación acaba derivando en un inteligente debate sobre que método de aprendizaje es más correcto para los niños. Si los ejercicios estrictos de la “dominatrix” Ayuko o por el contrario apostar por aprender jugando como lleva a cabo Kintaro. Un acierto de lo importante que es no someter a excesivas presiones a críos que, en sus primeros años de vida, tan solo quieren jugar y pasárselo bien. Justo en el ecuador de la serie veo un salto cualitativo y un meticuloso trabajo por la fotografía, es como si quisieran llevar el anime a otro nivel como así quedo demostrado en el capítulo final.

Lección 5: Juventud sin freno

El capítulo más flojo del anime. Igual es que la formula no daba para más, pero estamos ante una historia floja repetitiva y carente de cualquier atisbo de moralina. En esta ocasión, Kintaro trabaja en la casa de un multimillonario aprendiendo labores domésticas hasta que un buen día sus ojos recalan en Reiko Tarayama, una adolescente obsesionada con las motos de gran cilindrada. Las cosas no le van relativamente bien ya que finalmente es despedido al poco tiempo de empezar y acaba acampando a la fueras. Una ocasión que ni pintada para ver la mal llevada vida de nómada que lleva Kintaro. Acurrucado frente a su tienda de campaña y pequeño hornillo para comer caliente espera impaciente a Reiko hasta que finalmente se produce el encuentro. Mi momento: El salto al vacío que está a punto de realizar Kintaro junto su bici antes de despeñarse por un desfiladero.

Lección 5: Juventud sin freno

Sería una pérdida de tiempo escribir acerca de este capítulo ya que no es más que una mezcla de la fogosidad que se destilaba en el capítulo 2 con un reto muy parecido al del capitulo 4 con la bicicleta de Kintaro y la motocicleta de Reiko como principales contrincantes. Algo muy simplista para lo que estábamos acostumbrados en anteriores capítulos, pero como estamos ante una serie de escaso recorrido se les podía perdonar. No es más que un órdago sin estructura argumental clara que lo sostenga, de corto recorrido y fácilmente olvidable.

Lección 6 – La animación es fantástica.

Mucha gente se pregunta porque no se continuó con el anime tras este capítulo final y la respuesta es muy sencilla: NO había más material. El autor Tatsuya Egawa se marcó un brindis al sol y no había que detenerse mucho en la lectura del resto de tomos para darse cuenta que el siguiente era a cada cual peor que el anterior. A cada página que leáis, el personaje iba mutando en algo antagónico a lo que se esperaba y prácticamente sin comerlo ni beberlo el manga se había convertido en un hentai de dudoso gusto y pésimo trabajo artístico. A.P.P.P. tenía constancia de esto y se propusieron dignificar al personaje. No se limitaron a ceñirse a la historia original, sino que mejoraron al personaje engrandeciendo su relato y llevándolo a su propio terreno.

Y ahí radica un poco el encanto que tengo por este anime, el estudio vio un potencial en el 1º tomo y decidieron apostar por el sin paliativos con ciertos matices. Para empezar, descartaron el capítulo 2 del manga por romper con la sintonía del tomo (en ese capítulo, Kintaro consumaba su relación). Tras la criba, comenzaron a limpiar el resto de impurezas, edulcoraron al personaje y lo arrebataron de las temibles garras de su autor original que en esta ocasión solo supervisaría el trabajo de Hiroyuki Kitakubo y Yasuhito Kikuchi, directores del anime.

Lección 6 – La animación es fantástica.

Por este motivo el capítulo anime no existe en el manga, simplemente rellenaron ese vacío con un capítulo de cosecha propia para ofrecernos un desenlace inconcluso, pero altamente satisfactorio. Los chicos de A.P.P.P. se marcaron un auto-homenaje a su sacrificada profesión de dibujante introduciendo al personaje al que tantas horas le habían dedicado en un estudio de animación ficticio. Un acierto y locura a partes iguales donde tenía cabida hasta el mismísimo padre de la criatura (Tatsuya Egawa) en forma de personaje auto-paródico involucrando a su propia creación (Kintaro Oe) en el proceso de animar una serie.

Lamentablemente los plazos de entrega se ven reducidos y comienza a decaer los ánimos en el estudio hasta que Kintaro se envalentona y contacta con todas aquellas chicas a través de su agenda de contactos con tal de cumplir la fecha de entrega. Una historia preciosa sobre la pasión por el trabajo y sobre el significado de la vida. Al final todo se resume en pedalear: unos días te vendrá de cara y no tendrás que hacer esfuerzo alguno mientras que otros días tendrás que hacer frente a cuestas empinadas. Eso sí, el camino te encontraras con gente que te aportara algo en la vida para al final darte cuenta que lo importante es el recorrido y no la meta.