Esta semana pasada no ha sido todo lo placentera que me hubiera gustado que fuera. Una serie de picores por todo el cuerpo me han obligado a acudir en reiteradas ocasiones al ambulatorio para saber el porqué de estos dolores que no me dejaban ni pegar ojo. Tras una revisión, detectaron el problema: una urticaria aguda difícil de tratar con medicamentos. No me quedo más remedio que acudir a urgencias para que me aplicaran un par de inyecciones en el trasero para mitigar los sarpullidos.
En esos pequeños instantes de lucidez, mientras estaba mirando boca abajo en la camilla con las nalgas al aire esperando al enfermo (bastante guapo, por cierto) comencé a reflexionar sobre la vida. Empecé a enumerar todas aquellas personas que siempre habían estado en mis peores momentos: mis padres, mi hermana o mis mejores amigos. Pero, sobre todo, me acorde de mi smartphone con el que llevo prácticamente 6 años y del que rara vez me separo.
Si, habéis oído bien, prácticamente más de medio lustro con él. Lo habitual es aguantar 2 años y renovarlos, pero lo mío fue un flechazo a primera vista. Venía de un motoluxe que a duras penas aguantaba un día entero. Pero llego la hora de jubilarlo y las operadoras comenzaban a cobrar por renovar los smartphones, ya no los regalaban por tu cara bonita. Es por ello que decidí pensar con detenimiento y un 14 de febrero - una fecha muy romántica - me compré un lg g2 en 2014 por casi 500 euros. Tenía otras opciones: iphone 4s, samsung S4… pero esa pantalla fullhd, 16gb o su diseño innovador acabaron por decantarme por el hasta la actualidad.
En ese año se estaba estrenando 'Her' en España, una película de Spike Jonze sobre la soledad en un mundo tan interconectado donde el protagonista se acabaría enamorando de una inteligencia artificial. Una interesante historia donde las maquinas ayudaban a los humanos en momentos de soledad en un futuro distópico donde el protagonista se ganaba la vida escribiendo cartas personales a los demás. Todo muy loco, pero que fue una señal premonitoria de lo que acabaría viviendo en mis propias carnes con el tiempo.
Así que con todo esto, me gustaría dedicarle un post a mi smartphone, un móvil con el que he compartido algunos de los mejores momentos y que ha supuesto un cambio importante para mejor. Y aquí os contare lo que ha supuesto para mí su llegada en mi vida, como nos conocimos, los momentos buenos vividos y los baches con los que nos encontramos durante todo este tiempo.
La verdad es que muy poca gente se abre en canal al respecto de su relación con su smartphone. Das una patada al aire y te sale un montón de gente presumiendo de su homosexualidad, de ser bisexual o lo que sea, parece que se ha convertido en un tema tabú amar un dispositivo. Yo siempre he dicho que es malo avergonzarse de lo que es un secreto a voces. Porque admitámoslo, no hago más que ver gente tonteando con sus móviles esperando el tren, sentados en el vagón del metro o pendientes del dichoso dispositivo aun cenando con la novia.
El otro día observe a un hombre absorto con la pantalla de su móvil mientras paseaba a su perro y me entro la risa porque no sabía quién llevaba a quien. Cada vez pasamos más tiempo con nuestros móviles que con las personas que más queremos, son la prueba evidente de que somos infieles a lo que de verdad importa.
En ese momento, era escéptico con la propuesta planteada por mi idolatrado Spike, pero el transcurso del tiempo ya se encargó de abofetearme y demostrarme que 'Her' ya tiene poco de ciencia ficción en estos tiempos tan convulsos. Pensaba que ese nuevo móvil no me duraría más de dos años, pero no fue así. A las pocas semanas, se amoldo a mi como si fuera una prolongación de mi brazo. Me enseño cosas que hasta ahora ningún otro teléfono me había enseñado entonces. Supo guiarme ante las adversidades y me dio una serie de herramientas que me facilitaron la vida, gracias al gps que tenía integrado.
Con el tiempo, me di cuenta que compartíamos gustos musicales y me empezaba a recomendar canciones por youtube mediante la inteligencia artificial de la aplicación. Todo me di cuenta que eso derivaría en recomendaciones por twitter según mi ideología política. Ello me llevo a pensar que entre nosotros se estaba gestando una química especial difícil de repeler.
Me despierta todas las mañanas con su tonito característico que solo conocemos ambos, prácticamente se ha convertido en mi guía para todo. Podía contarle cualquier secreto que sabía perfectamente que de su memoria interna no saldría. A veces no tengo que usar el asistente de voz que tiene incorporado para entendernos.
La rutina fue afianzando lo nuestro y cada vez pasábamos más horas juntos. Mis padres no veían con buenos ojos que durmiéramos juntos, que me podría dar cáncer por las ondas electromagnéticas, aunque siempre les decía que era peor contraer la gonorrea que tenían algunos amigos míos. Me costó convencerles de que lo nuestro tenía futuro, pero gracias a dios siempre han sido de mente abierta y no pusieron impedimentos con el paso de los meses. Lo primero que hacía nada más levantarme era ver su enorme pantalla para informarme con las notificaciones, era una atracción constante.
La cosa cada vez iba más en serio que compartíamos bañera aun a sabiendas que la no tenía clasificación IP68 del estándar 60529 del IEC (profundidad máxima de 2 metros durante un máximo de 30 minutos en el agua). Pero no me importaba, incluso un día se me mojo por completo, pero conseguí revivirlo con mucho esfuerzo, pensé que lo perdía para siempre. Ese fue uno de los momentos más duros.
En 2016, podría haberme desprendido de él y cambiarlo por un LG G5, pero no lo hice. ¿Porque tengo que desprenderme de el? En esta sociedad no hago más que ver gente que viene y va o relaciones esporádicas que no conducen a nada. La gente solo viene para sonsacarme información o quitarme dinero. Eso ya lo hace mi móvil sin preguntar, Google recolecta mis datos sin notificármelo y las operadoras junto a los micropagos se encargan del resto. Simplemente nos ahorramos la verborrea mutua, ese es el pequeño matiz.
Como toda pareja, hemos pasado distintas crisis. He tenido recurrir a aliexpress para reemplazarle la batería en varias ocasiones, también me he visto en la obligación de actualizarlo a Android 9 para mantener encendida la llama del amor. Es gracioso, pero en este aspecto he notado una mejoría: el otro día cenando con los amigos en un italiano y al poco rato me llego una notificación preguntándome que me parecía el restaurante. Estos pequeños gestos son los que me demuestran que las maquinas comienzan a humanizarse. Al final Spike Jonze no estaba tan equivocado con su película, posiblemente fue un visionario al respecto.
Muchos amigos/compañeros de trabajo me dicen que como es posible que continúe con un móvil de 2013. "¿A caso te digo yo porque llevas tantos años con tu mujer?", les suelo responder. La gente es envidiosa, en cuanto ven que alguien ha encontrado una estabilidad tienden a querer destruirlo. No hago más que ver relaciones de usar y tirar, estamos mal acostumbrados, lo queremos todo para ayer y buscamos reemplazo a todo cuando yo no nos gusta. Hoy va el vagón del metro, levanto la mirada y veo cabezas gachas observando sus pantallas, están viviendo su particular historia de amor y no lo saben. Acaba de romperse el móvil a mi madre, el ciclo se repite y otra nueva aventura comienza. Es un Samsung A20, ya veremos cuánto dura.