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Mi experiencia como colchonero

15/09/2017

Antes que nada, tengo que reconocer que no era muy aficionado al futbol además de que mis primeros flirteos me llevaron sorprendentemente a simpatizar más con el Real Madrid. Incluso recuerdo que llegue a celebrar con cierto ímpetu el gol de Zidane para acudir al Bernabéu para celebrar con los primos la copa de Europa conseguida por el equipo vikingo. ¿Qué paso en mi cabeza para pasar de merengón a eterno vikingo? Pues a fecha de hoy no sabría cómo explicarlo, pero me atrevo a decir sin titubear que el descenso del Atleti fue uno de los primeros detonantes para mi reconversión a colchonero confeso.

En esos dos años en 2º división comencé a visitar el Calderón de forma esporádica gracias a la invitación mediante abonos de amigos y familiares, un primer contacto fruto de la curiosidad. Tampoco es que me motivara en exceso, pero en esos tiernos inicios comencé apreciar otra forma de disfrutar de los partidos de futbol. Lo que me llamo poderosísima la atención desde un primer momento fue su afición, siempre volcada con el equipo desde el minuto 1 y que no perdía el fuelle frente las adversidades. En cambio, el público del Bernabéu siempre me parecía más acomodado como más autocomplaciente fruto de una extensa vitrina llena de trofeos aplaudiendo a un equipo creado a base de talonario lleno de individualidades.

Tras el ansiado ascenso en 2002 y con la inminente celebración del centenario del club, no tuve más remedio que hacerme socio y más viendo lo asequible que era en esos momentos (250 euros). Hay que recordar que eran momentos muy convulsos, enrique cerezo reemplazo a la familia gil y el entrenador Luis aragonés acabo abandonando el club de mala manera, aunque el tiempo le tendría preparado algo mejor sabiamente conocidos por todos. Mucha gente se dio de baja y el equipo solo contaba con Femando torres y Diego Simeone como máximos exponentes pero yo decidí apostar por ellos y ver si algún día volverían a recuperar el lugar que les correspondía.

Tengo que decir que las dos primeras temporadas fueron horribles, tenían un promedio goleador bastante ridículo y el único espectáculo que veíamos en el campo venia proveniente del Mono Burgos con alguna de sus monerías debajo los tres palos. En la temporada 2005/2006 se ficho a Maxi Rodríguez que junto a Amaranto Perea animaron un poco las gradas con sus eslálones por las bandas laterales. Lo que se marmullaba entre el público era cierto hartazgo contra cerezo y la falta de resultados se hacía evidente en cada partido lanzando improperios contra los directivos que manejaban el club a su antojo, en defensa éramos un coladero y la sombra del “pupas” volvía hacer acto de presencia.

Los partidos eran muy Oliver y Benji. Meterla entre los tres palos se convertia en un autentico suplicio

Finalmente mejoramos considerablemente, volvimos a jugar en Champions tras 11 años desaparecidos en combate y empezamos a recuperar ese trono que nos fue arrebatado como 3º equipo de España. Recuerdo con cierto sabor agridulce mi última temporada como socio del Atleti (2009-2010), Quique Sánchez Flores echo toda la carne en el asador en la UEFA y Copa del Rey mientras que la Liga la dejo en un segundo plano acabando en un lamentable 9º puesto. Perdimos cualquier opción de jugar cualquier competición europea de cara al año que viene, pero me lleve el poder disfrutar la final de Copa del Rey ante el Sevilla de aciago resultado. Lo sé, perdimos tras 24 horas sin dormir afinados en el autobús desde Madrid hasta el Camp Nou pero la gente seguía con sus canticos tras perder, un gesto más que loable y que dejaba bien a las claras de que los atléticos estábamos hechos de otra pasta.

Pero como en toda buena historia que se precie, esta tenía que finalizar y decidí darme de baja de mi butaca en el 2º anfiteatro lateral. Desde la directiva sabían perfectamente que el equipo estaba nuevamente entre los grandes de Europa y no se lo pensaron dos veces en subir el precio de los abonos de manera ostensible hasta llegar a triplicar su precio desde que me hice socio. Son cosas que nunca debemos olvidar, el deporte futbolístico es un negocio y como tal tiene que salir a la palestra cuando los resultados acompañaban. Por la módica cuantía de 50 euros conservé la antigüedad (n.º 15.000 – 20.000) y recibí una invitación cada temporada para acudir a cualquier partido (exceptuando Barcelona y Real Madrid), es lo que hay, pero menos da una piedra.

Cerezo promociono peliculas en la camisetas y Fernando Torres no queria ser menos...

Anda que no he tenido constantemente la tenue sensación de ser gafe tras darme de baja. Fue no volver a pisar el Vicente Calderón y empezaron a llover los títulos de forma consecutiva. 2 Supercopas de Europa, 1 Campeonato de Liga, 1 Copa del Rey, 1 UEFA Europa League y 1 Súper Copa de España atestiguan mi teoría. Pero bueno, tampoco quiero ser agorero en ese sentido y retribuirme lo que no es. En esos años posteriores desconecte por completo: ya no estaba pendiente de la radio cada jornada de liga, fui olvidando el nombre de los jugadores de la plantilla incluso alguna vez no aproveche la invitación como socio no-abonado. Pero siempre era de los primeros en acudir a Neptuno cada vez que levantábamos un título junto con amigos y familiares o escuchando algunos partidos con la oreja bien pegada al transistor.

Son innumerables los recuerdos que afloran en mi cabeza durante esa etapa: las no-victorias contra el Real Madrid, los bocadillos durante los descansos o los canticos del frente atlético contra nuestros eternos rivales o jugadores nuestros que no daban la talla. Una pena que las nuevas normativas impuestas en los estadios y los horarios kafkianos instaurados por las cadenas televisivas hayan acabado por enturbiar lo que fue en su día un espectáculo en directo, pero como ya dije anteriormente, todo se reduce a mero negocio y especulación. No sabéis como me cabrea el mercadeo que se está produciendo estos días en los aledaños del Calderón con la compra-venta de entradas para la final de San Siro, eso no es afición ni es nada.

Me alegra ver que aunque pasen los años, la gente siga comprometida con el equipo que les vio crecer

El próximo 28 de mayo volvemos a tener una oportunidad que no debemos aprovechar, aunque tampoco es que me quite mucho el sueño. Me acuerdo cuando viví en primera persona la despedida de Simeone en 2004 en el Vicente Calderón: saco a sus críos y con un estruendo aplauso del público allí congregado realizo el paseíllo por el borde del campo para finalmente. ¿Quién nos habría dicho a nosotros que 12 años después acabarían reencontrándose estos dos jugadores para disputar una final de Champions con el Real Madrid?, supongo que son esas carambolas del destino que te hacen recordar en cierto modo de porqué ser Atleti es algo más que un sentimiento.